Mauricio Vicent (Madrid, 59), corresponsal histórico de El PAÍS y de la cadena SER en La Habana, felleció esta madrugada en Madrid. Pocos periodistas internacionales han podido reflexionar con tanta profundidad y matices la vida —social, política, musical, humana— en Cuba. Su labor fue reconocida con numerosos galardones y escribió libros, películas y hasta un cómic sobrio la isla en la que pasó una parte importante de su vida.

En 1998 obtuvo el premio al mejor trabajo periodístico en el extranjero que le concedió el Club Internacional de Prensa de España. Fue finalista del Premio de Periodismo Cirilo Rodríguez en 1999. Escribió el libro de entrevistas los compañeros del Che, realizado con fotografía Francis Giacobetti. Es el autor de la guía del documento. música para la vida, afinado en 2009 por Manuel Gutiérrez Aragón. En 2011 producido en una cartilla documental, Baracoa 500 años después, eso también escrito. En 2014 publicó con Norman Foster el libro La Habana: Autos y Arquitectura, y en 2016, en colaboración con Juan Padrón, el cómic Crónicas de La Habana.

Todos los que tuvieron la suerte de conocerle, describe a Mauricio como un tipo generoso y divertido, que conocía a todo el mundo en La Habana. De hecho, no solo era una referencia para todos los corresponsales extranjeros en la isla: cualquier delegación internacional que visitaba la isla o los diplomáticos extranjeros sabían dónde podían obtener la información adicional. Además de sus crónicas políticas, Vicent es un gran especialista en la música cubana.

El escritor cubano Leonardo Padura, uno de sus grandes amigos, le recordaba así esta mañana: “Desde el dolor, debemos recordar a Mauricio con su alegría, su mejor, super perseverancia humana e intelectual. Con su carácter expansivo, en el que se mezclaban de modo orgánico y rasgos profundos de su origen español y de su pertenencia cubana que lo armaban de la inteligencia irónica que lo caracterizó. Como el extraordinario periodista que fue, cargo con la vieja ética del oficio y la capacidad para ver más allá de lo evidente y saber trasmitirlo. Y, por supuesto, como la buena persona y amigo que fue. Como una persona decente”.

El escritor y premio Nobel Gabriel García Márquez (c) y el director de cine Constantin Costa-Gavras (d), conversan el periodista de EL PAÍS Mauricio Vicent, en el Taller de Guiones, Seminario sobre el guión cinematográfico, en San Antonio de los Baños.

En 2011, el Gobierno cubano le retiró la credencial para cubrir durante 20 años los principales acontecimientos informativos que han tenido lugar en la isla. Vicent fue citado por el Centro Internacional de Prensa (CPI), dependiente del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, para informarle que nuestra sería renovada su credencial de trabajo, imprescindible para ejercer la labor de corresponsal. Tras pasar un periodo en España, volvió a Cuba, donde siguió escribiendo sobre todo de temas culturales.

El régimen cubano le acusó de ofrecer «una imagen parcial y negativa» de la realidad cubana. La dirección de EL PAÍS respondió que había pruebas para todos los observadores internacionales y el restaurante de los periodistas internacionales: considera que la cobertura periódica de su correspondencia en La Habana fue un ejemplo de profesionalismo, imparcialidad y equilibrio, y que fue aceptado para una gran trayectoria.

Además de periodista, Vicent se adentró en el mundo del cómic, cuando escribió en 2017 el guion de Crónicas de La Habana, en que el dibujante Juan Padrón plasmaba las desventuras de un estudiante universitario español a la mitad de los ochenta, el propio Vicent. “Aunque la novela gráfica se centre en mis años de estudio de Psicología en La Habana, en la historia hemos logrado los dos”, contaba el corresponsal de EL PAÍS. En el tebeo, Vicent estudia mucho, se sorprende sobre la vida diaria y la picaresca de La Habana de los ochenta, es becado con compañeros de medio mundo, se enamora y, sobre todo, disfruta y bebe. Padrón apostilló tras la publicación del tebeo: “Mauricio se hizo rápidamente cubano. Y si en algo no ha cambiado la isla es en su amor por la gozadera. El ladrillo ideológico ya casi no existe hoy en día”.

Mauricio estaba casado, tenía dos hijos y era el hijo del escritor Manuel Vicent.

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