La estrategia de Biden para transformar la cadena de suministro de semiconductores

Si la administración Biden logra su objetivo, más fábricas en Texas y Arizona producirán chips electrónicos. Luego, estos chips se enviarán a países aliados como Costa Rica, Vietnam y Kenia para su ensamblaje final antes de distribuirse por todo el mundo para su uso en productos como refrigeradores y supercomputadoras.

Si bien estos países no suelen estar asociados con la producción de semiconductores, la administración está trabajando arduamente para reformar la cadena mundial de suministro de chips. El plan incluye lograr que empresas extranjeras inviertan en la producción de chips en Estados Unidos y encontrar otros países para completar la producción. Este enfoque se ha denominado “diplomacia del chip”.

La administración Biden sostiene que producir más chips en Estados Unidos mejorará la prosperidad y la seguridad nacional. En una entrevista reciente, el presidente Biden destacó cómo convenció a Corea del Sur para que invirtiera miles de millones en la producción de chips en Estados Unidos.

Además, la estrategia incluye la cooperación con socios internacionales para garantizar la sostenibilidad de las inversiones en EE.UU. Estos esfuerzos tienen como objetivo abordar las preocupaciones de seguridad relacionadas con China que están aumentando la producción de chips y amenazando a Taiwán, un centro clave de tecnología de chips. También pretende reducir el riesgo de interrupciones en la cadena de suministro observadas durante la pandemia de Covid-19 y la guerra en Ucrania.

Ramin Toloui, exfuncionario del Departamento de Estado, explicó que el objetivo es diversificar y fortalecer las cadenas de suministro globales. La administración también pretende aplicar esta estrategia a tecnologías de energía verde como baterías de vehículos eléctricos, paneles solares y turbinas eólicas, sectores dominados por China.

Durante los tres años de Biden en el cargo, Estados Unidos atrajo 395 mil millones de dólares en inversiones en fabricación de semiconductores y 405 mil millones de dólares en tecnologías verdes y energía limpia. Empresas de países como Japón, Corea del Sur y Taiwán están invirtiendo en estos sectores en Estados Unidos. Por ejemplo, SK Hynix de Corea del Sur está construyendo una planta de 3.800 millones de dólares en Indiana.

El secretario de Estado, Antony Blinken, destacó estos proyectos en una conferencia reciente, enfatizando cómo la legislación de Biden tiene como objetivo modernizar la infraestructura estadounidense para atraer más inversión extranjera.

El Departamento de Comercio desempeñó un papel clave en este esfuerzo, proporcionando 50 mil millones de dólares para la investigación y producción de chips. Gina Raimondo, Secretaria de Comercio, trabajó con gobiernos extranjeros para identificar oportunidades de inversión y discutió la diversificación de la cadena de suministro en países como Costa Rica, Panamá y Tailandia.

Transformar las cadenas de suministro globales para que sean menos dependientes del este de Asia será un desafío, dada la tecnología avanzada y los menores costos de estas fábricas. Taiwán produce más del 60% de los chips del mundo, incluidos los más avanzados.

A pesar de estos desafíos, se espera que las nuevas inversiones aumenten la participación de Estados Unidos en la producción mundial de chips al 14% para 2032. Algunos funcionarios han adoptado una diplomacia más dura para limitar el acceso de China a tecnologías avanzadas.

Toloui y su equipo identifican países y empresas dispuestas a invertir en industrias estadounidenses y establecer fábricas. La Ley CHIPS asigna 500 millones de dólares anualmente para crear cadenas de suministro seguras y proteger la tecnología de semiconductores, y en el programa participan países como Costa Rica, Indonesia, México, Panamá, Filipinas y Vietnam.

La formación profesional es una prioridad y las posibles colaboraciones entre universidades estadounidenses y extranjeras tienen como objetivo desarrollar programas de formación. Esta red de alianzas estratégicas proporciona una ventaja sobre China al diversificar la producción global de tecnologías avanzadas.

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