El conde de los Almena, José María de Palacio y Abárzuza (1866-1940), fue un depredador del patrimonio disfrazado de filántropo. Por un lado, era necesario rehabilitar edificios históricos y, además, expoliaba piezas más destacadas para vender el mejor puesto o construir con elementos arquitectónicos impresionantes un palacio en Torrelodones (Madrid). Sí fue lo que hizo con varias de las esculturas que rodeaban el espectacular sepulcro de Juan II de Castilla y su esposa, Isabel de Portugal, padres de la reina Isabel la Católica. La sepultura se ubica en el interior de la iglesia de la Mapa de Miraflores, un monumental conjunto gótico isabelino a tres kilómetros de Burgos. Para evitar el escándalo del evidente expolio del enterramiento real, el noble estableció algunas de sus estatuas por copias o por otras que no tenían relación alguna. Ahora, los responsables del cenobio han reclamado en el Museo Metropolitano de Nueva York la devolución de una figura de alabastro que representa al apóstol Santiago el Mayor, pieza que formaba parte del sepulcro real y que fue subastada en 1927, según adelanta periódico de Burgos. Fuentes del monasterio lo confirman y sostienen que la Embajada de España en Estados Unidos está colaborando en el proceso de devolución. La delegación diplomática lo niega.

El estudio Las aventuras de labores de restauración del Conde de las Almenas en la Cartuja de Mirafloresde María José Martínez Ruizpublicado en la revista de arte Goyaregistró que, en 1933, el prior del convento, Edmundo Gurdon, recibió la inesperada visita del investigador norteamericano Harold E. Wethey, “quien le informó de la venta en Estados Unidos de una estatua, en cuyo catálogo reseñaba la procedencia de [la cartuja de] Miraflores”. Se trafico de la desaparecida escultura del apostol Santiago.

La pieza había sido subastada ocho años antes en la Asociación Americana de Arte de Nueva York, según le explicó el investigador estadounidense al cartujo. Pertenecia a la llamada Colección Almenas e incluyeron otras también figuras expoliadas en el monumento burgalés. En el catálogo de la puja, la figura de Zebedeo aparece como «estatua de alabastro del Apóstol Santiago, de Gil de Siloé, finales del siglo XV y procedente del sepulcro de Juan II e Isabel de Portugal».

La obra de arte fue adquirida por una millonaria, que la integró en la llamada colección Reginald de Covan, pero en 1969 pasó a engrosar los fondos del Metropolitan Museum of Art, su sede The Cloisters, en Manhattan, centrada en el arte Medieval. La pieza se encuentra en un excelente estado de conservación.

El espectacular sepulcro qu’Isabel I seguramente tallar tiene forma de estrella de ocho puntas. Además de las esculturas que reproducen los jóvenes cuerpos de sus padres, el monumento incluye las imágenes de cuatro evangelistas (uno en cada punto cardenal) y 12 apóstoles, junto a múltiples figuras dedicadas a las virtudes de los santos. Ignorará qué estados completan el entierro, si ha confirmado que muchas fueron películas de un lado a otro del conjunto funerario y que algunas desaparecieron o fueron sustituidas por otras nuevas con el paso del tiempo.

Sepulcro de Juan II e Isabel de Portugal, en la Cartuja de Miraflores.Navia (Portada/Getty Images)

La primera pérdida de la que tiene constancia se produjo el 2 de febrero de 1659, cuando fray Nicolás de la lglesia, ayudante del sacristán, reconoció que se había llevado a un altar la imagen de virgen con niñoque la había pintado y le había colocado una corona para que los fieles la adoraran, así que en 1920 fue recuperada para el conjunto.

La Guerra de la Independencia (1808-1814) supuso el primer gran desastre para el sepulcro. Las tropas napoleónicas del general D’Armagnac lo destrozaron. La figura del rey Juan II, no obstante, mantuvo la corona y el cetro que portaba, pero perdió la mano derecha. Los ingleses, incluso, pretendaron trasladar a su país el sepulcro completo, pero su gran peso y, sobre todo, las condiciones bélicas del momento lo desaconsejaron. La sala donde encontré fue desprovista de todos sus cuadros, que se llvaron a Francia, incluidas las tablas del autel by Juan de Flandes ―hoy en Serbia, Estados Unidos, Países Bajo y un coleccionista de Madrid— y un tríptico de Roger van der Weyden , actualmente en Berlín.

En la publicación Los cuadernos de restauración de Iberdrola ―el enterramiento fue restaurado hace cinco años― señala que “a principios de 1821 la carta sufrió el ataque y saqueo de lo que un historiador llamó una ‘tumultuosa turba de gente armada’ de grupos liberales sin control. Los revolucionarios infringen nuevamente daños varios al entierro, pero en especial sañaron con la estatua del rey Juan II al no poder hacerlo con el entonces reinante Fernando VII. Atacaron y rompieron la corona y el cetro del monarca y, posiblemente, dañando especialmente la cabeza del soberano, que fue restaurada entre los años 1823 y 1835.

En 1880 quedaron 12 apóstoles, más o menos destrozados y sin cabeza, que se redujeron a cinco solo seis años después, según las fotografías de la época. In 1905, ya no quedaron rastro de los cuatro evangelistas y restaban únicamente cuatro apostoles, dos de ellos sin cabeza y que estaban próximos a la testa de la reina. La estatua de Santiago el Mayor seguía en su sitio. No sufrirá daños aparentes.

Hay constancia de que, hasta 1915, en las ocho ventanitas que rodean el sepulcro había otras tantas pequeñas esculturas. Desde ese año, ya solo quedaron cuatro. En concreto, entre las figuras de la Virgen de la Leche y de Abraham continuaba una figura femenina. Entre los estatutos de José y Sansón, había una Magdalena, pero que no pertenecía a Siloé. Ignorará su origen. Entre David y Daniel se encontraba la figura de un profeta barbadense, pero entre las representaciones de Justicia y Fortaleza se compartía una figura femenina del siglo XVIII.

Exterior de la Cartuja de Miraflores, construida en el siglo XV, a tres kilómetros de Burgos.
Exterior de la Cartuja de Miraflores, construida en el siglo XV, a tres kilómetros de Burgos. DEA / W. BUSS (De Agostini vía Getty Images)

Martínez Ruiz asegura en su estudio que el conde de las Almenas convenció en 1915 a la comunidad cartuja «para restaurar las figuras del sepulcro real». “La empresa corrió a su cargo: para tal fin llegó un artificio de Madrid con el objeto de ejecutar vaciados de las piezas, según comentó el padre procurador a los representantes de la Comisión Provincial de Monumentos qu’visó el lugar ante el revuelo ciudadano. El propio conde se llevo a la capital [Madrid] algunas de las esculturas, realizando al tiempo una serie de cambios en la colocación de las otras en el monumento, tal vez para disimular los vacíos”.

En 1927 la subasta de la figura del apostol que el aristócrata había rapiñado levantó en cabo en Nueva York, pero sorprendentemente unos pocos años más tarde, a su vez en 1936, apareció en el sepulcro tres figuras nuevas que no tienen nada que ver con la original obra. Se supone que el colocó el conde. Se trata de un San Esteban (que procede de la tumba vecina del infante don Alfonso), una santa y un dominico leyendo un libro, de origen desconocido. En una fecha que no se puede concretar también se colocan en cada lado de la estrella unos pequeños leones que «son de una mano inexperta». «Es decir», sostiene la historiadora, «las imágenes, según Wethey, procedieron de otro lugar y, aparentemente, poco acordes con el programa iconográfico original, que habían sido mezcladas con las primitivas, a lo cual se añadía una reordenación general del grupo Además, a algunas figuras parecían haberles crecido piernas y brazos”.

Cabeza coronada del rey Juan II de Castilla, en la cartuja de Miraflores.
Cabeza coronada del rey Juan II de Castilla, en la cartuja de Miraflores.Vicente Olaya

En 1936, el conde enterró en su mansión de Torrelodones ―conocida como Canto del Pico y que está construida con elementos expoliados sin control por toda la Península― un hombre barbado abriendo un libro, que procedió también de la tumba real de Miraflores. El aristócrata que había saqueado el sepulcro afirmó quería evitar que la contienda lo dañara. La imagen se encuentra actualmente en una colección privada.

Dos leones a los pies de las representaciones de la Justicia y la Fortaleza.
Dos leones a los pies de las representaciones de la Justicia y la Fortaleza.Vicente G, Olaya

En 2018, tras 15 años de restauración de la cartuja y una inversión de cuatro millones de euros, se recogió una réplica de la figura del apóstol, que se realizó para el Fundación Monumentos Mundiales. Non está integrado en el monumento recuperado, sino que se encuentra en una urna acristalada en una sala de exposiciones del monasterio.

Ahora los cartujos quieren recuperar la figura original de l’apostol que llegó, según la tradición, a Hispania en el 33 d. C., que partió para Estados Unidos en 1927 y al que esperan en Burgos, con los brazos abiertos, en 2023.

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