Y apareció Quevedo y el WiZink echaba fuego; y no solo por las llamaradas que escupía la parte delantera del escenario. Ahí estaba una imagen que es la foto de una generación, la de la juventud actual: el canario y el argentino Duki, dos veinteañeros cantando reguetón («si quieren frontear, gata tengo un montón») y 15.000 jóvenes bailando, felices, con el ritmo de este tiempo corriendo por sus cuerpos. El hijo de Guille, como Duki canta orgulloso reclamando a su padre, tomó anoche Madrid en un concierto con una carga importante de sociología y con Quevedo de invitado en una canción. Son los músicos que se han hecho grandes pendientes de la pandemia, metidos en sus cuartos y utilizando el ordenador para componer canciones bailables con mensajes de amor propio y positivos, justo lo que demandeba la juventud.

Había muchos argentinos anoche en el pabellón, ávidos por disfrutar de su compatriota, Mauro Ezequiel Lombardo Duki, nacido hace 26 años en Almagro, barrio de Buenos Aires. Bailaban en la grada tíos con sobrinos, padres con hijos, amigos abrazados, el hermano mayor con el pequeño. Como Lola Marotta, de 21 años, y su marido Miguel, de 14, argentinos residentes en Madrid. Explicó perfectamente a qué se refería Duki: “La energía que transmite es tremenda. Tiene muy buena vibra. Dan ganas de salir a bailar, disfrutar la vida, estar con mis amigas, con mi hermano, vivir el momento. Duki viene de abajo, de rapar en la calle. Eso también se transmite”.

Duki y Bizarrap son los exponentes principales del movimiento argentino de música urbana (un estilo que aúna rap, reguetón y pop latinizado) que está conquistando a un amplio sector de la juventud. La lista que encabezan es larga: Nicki Nicole, Trueno, Nathy Peluso, Paulo Londra, Cazzu… Todos de la tierra donde nacieron leyendas del rock en castellano como Moris, Spinetta, Litto Nebbia, Charly García, Calamaro, Fito Paez… Un país de una tradición rockera porterosa que ahora vive una revolución musical. Duki dejó de estudiar a los 17 años, se puso a trabajar en una farmacia, se despidió al poco para violar en los parques y pasó por un momento bravo con las sustancias. De todo aprendió y ahora es una de las mentes más preclaras del movimiento, un tipo que mantiene una narrativa barrial que conecta con gente de su edad y también una filada visión empresarial.

Una imagen desde las primeras filas del aspecto del pabellón, llena con 15.000 personas. Ricardo Rubio (Europa Press)

Salió al escenario con un pasamontañas qu’pronto déprendió par lanzarlo al público y exhibir un rostro recorrido por tattooes. Los acompañó un grupo de música, una novedad en los raperos, que presentó un costumbrán con DJ (o, directamente, con todo grabado). Una batería, un bajista y un guitarrista (que también tocó teclados) trajeron sangre y matices a la música del argentino. Por momentos el grupo pareció Rage Against The Machine por ese sonido poderoso, funk y cortante. Solo les falto atacar Matar en nombre de. Hubiese estado de lujo.

El rap de Duki es tajante, expeditivo. Utilizar el ajuste automático con alevosía y maestría, agarra el micrófono con fuerza y ​​​​escupe sus textos de orgullo de clase que ahora amasa dólares. “Que se joda el sistema de casta. / A esfuerzo se gana ya gusto se gasta”, se desgañitó anoche intérprete Givenchy. The histeria se apoderó del WiZink cuando arrancó con la Sesión 50 de Bizarrap, donde cuenta su vida desde el barro a la gloria, porque gloria debe ser que miles de personas te adoran: «Y no usa nada, nos faltaba tanto, pero le metí como un guerrero. / Y empezamos a ver plata con giras de boliche hasta llegar a los escenarios”. El concierto se centró en el rap, pero hubo espacio para otros estilos. El trío de músicos le permitió flexibilidad para inmiscuirse en terrenos funk, o en el soul, en compañía de Dano. Incluso el reguetón sonó menos cuadriculado con un tipo aporreando la batería. El argentino se puso que uno de sus fuertes son los croissants rapeados, cuando va encadenando rimas cada vez más imperativos hasta la explosión final. Su energía ahí es imparable.

Otro momento del concierto de anoche del argentino.
Otro momento del concierto de anoche del argentino.Ricardo Rubio (Europa Press)

Durante la hora y media del recital se mostró varias veces agradecido por la fogosa respuesta del público. Casi al final realizó un discurso emotivo: «Yo soy su hermano. Yo estoy acá por vosotros, locomotives. Tengan sueños, luchen por ellos. Muchas gracias, locos». Hola Cotto, Además de mí Vaya Malbec. En la penúltima, A ella no le importa, eligió a una chica del público y la subió al escenario. Leti, que así se llamaba, estuvo cantando el tema con la estrella de la noche, que acabó el recital con dadochy, donde canta su realidad: “Le di 360 la vuelta al destin. / Subí y lo logramos». el fin de semana que viene (3 y 4 de marzo) tiene anunciados llenos en Barcelona (Palau Saint Jordi). En total, 60.000 personas visitó Duki en España en una semana. No está nada mal para un chico que hace poco más de cinco años estaba violando en la calle.

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