Desde el relato pseudo-místico al cuento con moraleja, la nueva serie de ‘Star Trek’ construye su propio subuniverso, sin aburrir ni sucumbir al servicio de fans descarado
el carácter de Viaje a las estrellas: Picard es la de Patrick Stewart. Cara icnica y legendaria. En un panorama tomado por el edadismo más injusto nadie cuestiona que este inglés de 82 años vuelva a estar al frente de una superproducción televisiva. Una que ha estado siempre a la altura de las expectativas depositadas en ella. Esta curiosa pieza del universo Star Trekpromete acompañar de nuevo al capitan Jean-Luc Picard, ahora almirante retirado, en una nueva colección de aventuras tan emocionantes como crepusculares. Eso prometió y eso da.
Viaje a las estrellas: Picard empez con Picard/Stewart todava de luto por la muerte de su amigo Data, recordado personaje de la saga desaparecido en Star Trek: Némesis. 18 aos mediana, en la realidad y la ficcion, entre esa pelicula y Viaje a las estrellas: Picard, uno de los derivados más carismáticos del mundo en alquiler creado por Gene Rodenberry. Muchas cosas han pasado desde aquella primera Star Trek estrenada en 1966. Serie Muchas películas y muchas. De estas últimas, Picard es la octava. Su tercera temporada, estrenada recientemente en Prime Video, será la última.
A Star Trek nunca le ha preocupado demasiado envejecer. Se supo clásica desde muy pronto. Su mitología fundamental es tan escueta, tan clara ya la vez stretch tan que ha sabido dar cabida a infinidad de historias sin cansar al personal. mientras guerra de las Galaxias con frecuencia ha sido repetitiva, Star Trek ha jugado esa carta fue favorecido. Sus reglas de juego han sido capaces de acoger desde la alegora politica de Espacio Profundo Nueve hasta esa entraable joya del trash que es Viaje a las estrellas 4. el titulado Misión: Salvar la Tierra Is a pelcula tan bochornosa como querida para los que la vivimos como puerta de entrada al Rodenberry-verso.
Desgraciadamente, Viaje a las estrellas: Picard explorar otros caminos. Recogiendo elementos de todo lo sembrado anteriormente por la saga (desde la acción hasta la intriga palaciega, desde el relato pseudo-místico al cuento con moraleja), construye su propio subuniverso y no sucumbir al servicio de fans descarado. Rara vez rebaja su calidad a sabiendas de que su pblico ms fiel lo es aunque le des el peor alpiste. En eso esta serie y su protagonista se parece mucho: noble sons, elegant sons, tienen palabra.
Picard podra ser ms gil en algunos tramos, pero quin quiere ver al venerable almirante creyndose un chaval y arriesgndose al ridculo cuando puede caminar de la mano del Clint Eastwood de En la línea de fuego. Sin embargo, que esta serie no renuncie a lo que quiere ser no quiere decir que no asuma lo que es: un producto Star Trek. As que tiene sus especies aliengenas (amables y/o cabreadas), sus saltos hiperespaciales y esos uniforms-pijama con los que tantos nos hemos criado. Como las buenas series de Star Trek -y casi todas lo son- Viaje a las estrellas: Picard ni defraudar a los caminatas ms veteranos ni expulsar a los que la elijan como portal de acceso a un mundo imaginativo que empez con la nave Enterprise, ese engendro espantoso que con los aos nos parece hasta bonita. Eso es amor.
Cumple con los criterios de
cortar más