El primer ministro británico ha emprendido una solitaria carrera contrarreloj en la que, junto su futuro, juega la perdurabilidad de la campaña electoral de un Partido Conservador que, tras acumular cuatro victorias consecutivas desde 2010, parece ahora condenado a hundirse en las urnas. El consenso universal en el Reino Unido supone que las próximas generales serán en mayo de 2024, pesa que el Gobierno tiene hasta final de ese año para convocarlas, lo que ya a Rishi Sunak (42 años) apenas 18 meses para revertir una derrota que , según la demostración e incluso muchos de sus diputados, resultaría inevitable.
Consciente de la tarea monumental, Sunak, el primero más adorable de la historia, reemplazó la extravagancia de su antepasado Boris Johnson, quien solo disfrutaba de estas fechas en destinos como el Caribe, por la austeridad de su despacho en Downing Street. Tras un breve paréntesis por el día de Navidad en su circunscripción de Richmond, al norte de Inglaterra, el mandatario más joven del Reino Unido en tiempos modernos necesita demostrar que a la derecha británica no se le han agotado las ideas tras 12 años en el poder y cinco primeros ministros.
En circunstancias ordinarias, sobre principal reto sería, por tanto, definir un proyecto de país y una agenda de prioridades fácilmente interpretable para la ciudadania. El propio Sunak habría reconocido ya a sus asesores que, para aspirar incluso a ganar las generales, precisa de progreso tangible en las áreas que importan a pie de calle. Pero su problema fundamental, el que realmente amenaza su continuidad en el cargo, va más allá de las apuestas políticas: el rival a batir está en casa y afecta a la propia marca conservador con la que aspira a solicitor, por quinta vez, la confianza mayoritaria del electorado.
Tras escándalos como el puerta de fiesta, la miríada de fiestas en la residentncia oficial durante los sucesivos confinamientos por la pandemia colgante el mandato de Johnson, y el caos generado en los apenas 50 días de su fugaz sustituta, Liz Truss, la reputación del Partido Conservador aparece hundida y, según los sondos , sin posibilidad manifiesta de redención. Si hay algo que ha perdido la derecha británica en 2022 es la percepción de capacidad para llevar a cabo las riendas, un valor que los expertos demoscópicos consideran fundamental para la supervivencia de cualquier Ejecutivo.
El gran cometido de Sunak pasa, por tanto, por paliar la toxicidad de sus siglas, un proceso de reparación al que se suma el desperdicio de 12 años en el poder y las consecuencias de un contexto de inflación desaparecido, la posibilidad de una recesión, de acuerdo con el Banco de Inglaterra, the crisis del coste de la vida y un manifest social malestar en la cadena de huelgas que amenazan con paralizar el país. A su favor tiene que él no es, de momento al menos, la gran traba electoral, ya que las encuestas muestran la brecha entre su relativa popularidad e imagen como gestor económico capacitado y la creciente impresión de que no se puede confiar el Gobierno a los conservadores
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Venta de oposición
De ahí que Sunak tenga un potencial vía a su alcance, si es capaz de transferir la percepción personal a la immonta de su partido, sobre todo cuando la colosal ventaja del laborismo ha comenzado a estancarse y los estudios de opinión prueban, además, que la oposición tampoco convence abrumadoramente y que si lidera los sondeos es más por rechazo a los tories. Yes ahí donde resident las marginales esperanzas del primer ministro to prevent the debacle: si en los próximos meses logra convencer al público de que tiene un proyecto en entorno vitales comme la sanidad, ou la gestion de la inmigración, su apelación a revalidar el apoyo en las urnas ganara enteros.
En consecuencia, la gran incógnita ahora es si Sunak cuenta con una visión de pays que vaya más allá de restaurar la salud de la maltrecha economía británica. Uno de sus fuertes como candidato al liderazgo conservador Había sido la confianza que generaba en los mercados, evidente cuando, tras confirmarse su victoria en su segundo intento, la volatilidad de la libra y la deuda que había dominado dure semanas dio paso a una bienvenida calmed. Los poco más de dos meses de Sunak en el Número 10 de Downing Street han devuelto cierta estabilidad a la política británica, pero el primero necesita ahora demostrar que la cuerda va acompañada de ideas.
La duda dominaba entre sus propios diputados y la inquietud sobria si el primero será capaz de sacar de la chistera algún truco electoralmente atractivo crece à un ritmo similar al del pesimismo que ha llevado ya a varios parlamentarios à anunciar que no revalidarán sus escaños en las próximas generales. Para alentar a las tropas, Downing Street se ha encargado de anticipar hacia dónde ira la estrategia en el nuevo año: junto a la gestión de las huelgas, mediante el mantenimiento del pulso a los sindicatos y la continuidad de los planes de contingencia para mitigar los efectos llamados invierno del descontentoSunak agilizará la toma de decisiones en las áreas más desafiantes para el Gobierno.
La primera demostración de este aproximado fue la reciente presentación del Plan para hacer frente a la crisis en el Canal de La Mancha, donde en 2022 se registra el mayor flujo de inmigrantes, cerca de 50.000. La propuesta fue recibida positivamente por el cada vez más fracturado grupo parlamentario, por lo que la intención es replicar la idea en las grandes asignaturas pendientes, como la reforma integral del Servicio Nacional de Salud (NHS, además de las siglas en inglés ) para mejorar la eficacia y reducir las interminables listas de espera.
El cálculo gubernamental estimó que, si en los próximos seis meses consiguen transmitir la percepción de una administración diligente, con iniciativa política, y la inyección comienza a aflojar, dando margen para cierta laxitud presupuestada, Sunak podría detener la hemorragia y ganar credibilidad para apelar al cinco mandato. El problema es que la operación de persuasión no depende exclusivamente de él y el cáliz envenenado heredado tanto de Johnson como de Truss amenaza con hacerlo pasar a la historia como el primero que perdió la mayor hegemonía de los conservadores en Westminster en más de tres décadas.
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