Con una carrera a medio camino entre la provocación y el elogio a las raíces, nadie sabe qué esperar de su próxima discoteca
De Miley Cyrus se ha dicho que es “la es niña escandalosa del pop”, que su carrera musical era “más un proyecto de vanidad gratuito quuna obra formada” or que su actuación en los MTV de 2013, dando azotes a bailarinas negras, era “un espectáculo de juglares que también se podría llamar racismo” . Como acompañamiento, una buena recopilación de fotos y vídeos provocativos que sepultaban bajo el escándalo criticas mayores o peores sobre su música.
¿Hay música? Porque este texto pretende explicar desde lo musical a quien nació como Hannah Montana, le dio una patada para crecer, abrazó la provocación ya un buen puñado de viejas glorias y ahora, con 30 años, está a las puertas de su octavo discoque saldra en marzo bajo el titulo vacaciones de verano sin fin (“Vacaciones de verano sin fin”) con una premisa clara de la autora (“Puedo quererme mejor de lo que tú me quieres”) y cientos de especulaciones imposibles de descifrar.
El término indescriptible es lo que define precisamente a esta mujer que transitó el comercial pop adolescente, asociado a su personaje, en sus dos primeros álbumes hasta llegar a la mayoría de edad. Paremos en ese inicio donde cuela ya una versión de Las chicas solo quieren divertirse o estrofas como “todo lo que tiene sobrecargado, el recubrimiento de tu vida está implosionando ahora” en Good and Broken.
Bastante certera del momento que la transportó a los 18 donde reventar el pasado era el objetivo. “Despídete de la gente que te ató. Es un paseo a la libertad, siente tu corazón de nuevo”, cantaba en su sencillo Paseo por la libertadun tema con ligeros toques de rock, mientras en sus conciertos, como el del Rock in Río en 2010 en Madrid, se marcaba un popurrí de canciones de Joan Jett. Recuperando clásicos 10 años antes de que lo hicieran Rosalía o Tangana y antes de someterse a una bola de demolición.
Porque cualquiera puede recordar la icónica imagen de una Miley Cyrus desnuda subida sobre esa bola oscilante para acabar con todo o el twerking de los MTV con Robin Thicke a razón de Líneas borrosas. Pero es que la sexualidad, propia de la edad, ya había llegado con su disco Bangerz, “el primero como dueña de su propio destino”, lo definió Billboard, una amalgama de sonidos country, pop, electro y hasta hip hop. Recurrimos al sencillo #GetItRight: “Eres sexy, tengo cosas que quiero hacerte / Hazme, hazme. Haz que mi lengua vaya do-do-do”. Adiós a la niña, hola a la provocación.
Ese fue el momento de los cortes de pelo, de las fotos desnudadel consumo de drogas, del estrambotico Su Petz muerto... Y también de la reconciliación con el pasado, menos grabado y de escaso éxito comercial, en más joven ahora y sus sonidos folk mezclados con lo electrónico, que no debería sorprender a alguien criado en Tennessee, con una estrella comercial del género por padre y una maestra de excepción: Dolly Parton. con ella hizo tierra del arcoiris, que al margen de su evidente defensa al colectivo LGTBI, tiene un subtexto: “Creo que podemos empezar a vivir en un arcoíris donde tú y yo vamos de la mano”. ¿Quién? Dolly y Miley. Miley y el país. Miley y su hija.
En 2019, Ella vienesu primer trabajo con Mark Ronson y Mike Will, parecía el oráculo perfecto para lo que vendría un año después: corazones de plasticol’estética y el sonido glam, el hitazo con Dua Lipala mezcla punk con Billy Idol, la versión Zombie de The Cranberries, el dueto con Joan Jett, el divorcio de Liam Hemsworth… WTF Do I Know eso del título del primer single.
Y, ahora, ¿qué? Pues a seguir viendo el especial de año nuevo para NBC con Dolly Parton, David Byrne, Fletcher o Paris Hilton; a esperar el nuevo disco con el single Flowers, que sucio hoy, ya seguir sin escuchar a Miley Cyrus. “Si sé que asumir un riesgo dará una mayor recompensa, lo haré”. Estamos anunciados.
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