El escritor es el origen de la cadena del libro, el que genera la escritura que, al otro lado, recibe el lector. En los medios hay editoriales, distribuidoras, libros, y está la dificultad de control del creador sobrio sobre las palabras que, al final, el resultado es difícil de cortar cuántos libros se venden. Es un dato importante. El volumen de ventas es, tal vez, el parámetro más utilizado para valorar el éxito literario. Y lo que genera los derechos de autor. Es decir, el dinero.

Este misterio de los libros vendidos pronto va a menguar: la Asociación Colegial de Escritores (ACE) ha firmado este jueves un acuerdo con la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL). También se firmará un acuerdo similar con el Federación de Asociaciones de Ilustradores/as Profesionales de España (FADIP).

«Se trata de que las herramientas que utilizan los libreros sean útiles a toda la cadena del libro y colaboren a la transparencia», de Álvaro Manso, locutor de CEGAL. La herramienta utilizada, LibriRed, salió a la venta en diciembre de 2014 con la colaboración del entonces Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, es la que la utiliza los propios libreros para controlar sus ventas y su existencias, de modo que los escritores podrán conocer dónde están colocados sus libros y cuántos se efectivamente querrán, todo ello probablemente en tiempo real. LibriRed es el software que esta en la base de la plataforma Todostuslibros.com, que tiene alrededor de un decenio de vida, pero que desde noviembre de 2020, en plena pandemia, sirve para vender y competir con otras plataformas de venta en línea, como Amazon. “Es una información de una calidad tremenda, es pura, no hay un cocinado estadístico, no hay nada. Funciona lo mismo para una librería de una población de mil habitantes que lleva una persona que para otra que tenga 60 empleados en una gran capital”, dice Manso.

La librería Bardón, en Madrid, el 23 de febrero de 2023.BERNARDO PÉREZ

Una de las mayores incertidumbres en este negocio es, precisamente, conocer cuántos libros se han vendido realmente de entre todos los que se han distribuido. Si alguna vez hay una parte que ya no está en poder de la redacción, pero que tampoco ha sido adquirida por los lectores, así que permanece en un limbo de posibilidad, esperando decidir su destino en la librería. Despejando esta incógnita, una editorial puede de saber, por ejemplo, si es necesario hacer una nueva reimpresión. Otra función puede ser conocida si la distribución es lo suficientemente amplia y homogénea. Así, LibriRed también se usa alrededor de un centenario de editores para conocer el exacto para convertirse en sus lanzamientos. Las grandes redacciones solían encontrar datos de GfK, una empresa de investigación de mercados que, con anterioridad, informaba de la venta de grandes candados de libros, revistas, supermercados y libros independientes, según la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE). Con el tiempo ha ido ganándole terreno a Nielsen, que era el sistema más utilizado.

«Hasta ahora, para los escritores, las únicas formas de obtención algo de información eran las liquidaciones de la Editorial, siempre un año vencido, o cualquier otra información que venga de los editores, que algunas veces no rinden cuentas», explica Manuel el escritor Rico, presidente de ACE, que firmará hoy el acuerdo en la Sala de Juntas del Círculo de Bellas Artes de Madrid, en presencia de María José Gálvez, directora general del Libro y Fomento de la Lectura. En representación de FADIP firmará la secretaria Elisabeth Pérez Fernández. Uno de los problemas del sistema es que los autores deben confiar en el dato Editorial para infacturar sus derechos de l’autor (suelen estar en el 10% el precio del libro), porque no tienen otra fuente con la que contrastar. ACE, que representa a 2.300 autores y traductores, recibe mucha frecuencia debido a la falta de transparencia. “Nuestra asesoría jurídica atiende alrededor de 1.000 consultas d’autores y traductores al año. Buena parte de esas consultas se refieren a falta de liquidación de rechos o a insatisfacción sur la información que les proporciona el editor”, explicó Rico. Las quejas suelen referirse a todos los editores pequeños antes que a los grandes grupos.

La necesidad de transparencia

Por razones como esta, no es la primera vez que la transparencia resulta ser una preocupación en la industria del libro. En 2019, el entonces director general del Libro y Fomento de la Lectura (y poeta), Olvido García Valdés, tomó medidas para mejorar la transparencia en el sistema de ventas de libros. Aun así, el dato que ofrece CEGAL no serán las absolutas: incluye a las citadas 1.000 librerías, donde se encuentran redes como la Casa del Libro, pero no a otras como Fnac o El Corte Inglés. “Probablemente, nuestro dátil represente el 70% de la venta en tiendas físicas”, desde Manso. La venta en línea de Amazon tampoco se cuenta, aunque sí, claro está, las de Todostuslibros.com. A pesar de todo, puede resultar una estimación bastante útil.

El ACE tendrá acceso a la herramienta, donde podrá consultar sobre las ventas de cada escritor, y cada autor, de forma confidencial, podrá pedir a la sociedad un informado de sus ventas en un determinado periodo de tiempo, que se ofrecerá además con una distribución geográfica de las mismas, por provincia, protegiendo siempre el dato de las ventas en cada librería individual. “Cobraremos una pequeña cuota por el servicio”, explicó Rico.

Que el dato sea confidencial, es decir, que solo pueda ser solicitado por el propio autor, tiene su importancia: cuando un escritor publicado firma con una nueva editorial, esto no sabe que han sido las ventas de sus libros anteriores. Puede haber sobreestimado la capacidad de venta del autor: es posible que haya números muy conocidos que no vendan tanto como parece. Si en realidad son cifras muy bajas y la nueva editorial lo conoce, tal vez podría replantearse el trato. El dato geográfico tiene su utilidad, pues conociendo las ventas en cada zona, los escritores y editores podrán reforzar su actividad promocional allí donde las ventas sean flojas.

Aunque el acceso a los datos se confidencial, una vez obtenidos el autor podrá hacer el uso considerado oportuno, como difundirlos públicamente (cosa que interesará sobrio todo si estos son favorables). «Este es un acuerdo histórico, para avanzar en la transparencia, para adaptarnos a las directivas europeas», concluye Rico. De hecho, la Ley de Propiedad Intelectual, en su artículo 177, incorporó en 2019 la directiva del Parlamento Europeo que incidía en mejorar la trazabilidad de los libros para facturar con exactitud los derechos de autor.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.

Suscribir

babelia

Las novedades literarias analizadas por las mejores críticas en nuestro boletín semanal

RECIBELO