La escena triunfó en 2006, pas de muy lejos de la terraza del centro de Cannes de John Cameron Mitchell (El Paso, Texas, 60 años) nos ha dado cita. Tras triunfar con Hedwig y el pulgar enojadola adaptación al cine del musical sobre una cantante trans mal operada —de ahí esa “pulgada furiosa” de pene a la que se refería el título— que había estrenado en el off-Broadway a finales de los noventa, el director presentó en este mismo festival en 2006 su segunda pelicula, pequeño autobúsuna orgia poliamorosa antes de la carta que le való de pornografía, pero que luego adquirió estatus de culto al avanzarse a todos los debates actuales sobre la sexualidad y sus distintas fluidez. “J’acuerdo de la fiesta que organizamos, que fue grandiosa. Cannes siempre es una mezcla de clase y mal gusto. Digamos que encajé a la perfección”, bromea. También fue el final de la era. The 2008 recesión estaba a la vuelta de la esquina y el cine independiente no salió indamne de ella. Su distribuidora en Estados Unidos se declaró en bancarrota. Las ofertas para Mitchell, que parecía que iba a conquistar el mundo, obtuvo a mermar, a medida que el cine entró, como sucede en cada crisis, en una fase más reaccionaria.
Después dirigida por Nicole Kidman, madriguera del conejo (traducida con el abominable título de Los secretos del corazon) y Cómo hablar con las chicas en las fiestas, que no llegó a estrenar en España. Desde entonces, se ha limitado a encadenar papeles en series como Chicas, Mozart en la jungla, Piercing, Resplandor, Vinilo (de ahí la era de Andy Warhol), la buena pelea (interpretó a un misógino troll y tránsfobo salido de las filas de la alt-derecha) o, hace solo unas semanas, con un numerazo musical en chaquetas amarillas. “No, él dirigió nada desde 2016, pero no lo echo de menos. Me daría igual no volver a hacer películas, no acabaría conmigo. que quiero hacer”, asegura. “En realidad, el cine es solo una de mis actividades: soy músico, hago teatro y podcasts de ficción, y ahora quiero escribir una novela fantástica”. Aunque admite que acudir ha sido festival le ha dado ganas de volver a hacer cine. “En Estados Unidos se ha vuelto demasiado difícil, pero podría intentarlo en Europa”.
Mitchell no ha dirigido ninguna película desde 2016. “No lo echo de menos, me daría igual no volver a hacerlo. No acabaría conmigo”, asegura
El director se encuentra en la ciudad francesa como presidente del jurado de la palma extrañapremio dedicado al cine LGTBI que fue creado en 2010. Para este galardón, que se entrega este viernes, compiten las películas de temática queer de todas las secciones del festival. Por ejemplo, Anatomía de una caída, de Justine Triet, una de las favoritas al palmarés oficial, que cuenta con una protagonista bisexual; Vaya El ídoloLa nueva serie de Sam Levinson (Euforia). Mitchell se ha pasado las últimas dos semanas viendo películas, pero también pinchando en distintas fiestas y alternando con los círculos queer del festival, convertido en jefe de filas de “un Cannes alternativo” que poco tiene que ver con el que sigue el programa oficial a pies juntillas.
En realidad, a Mitchell siempre se le ha dado bien tener un pie dentro y otro fuera del sistema. “Todas mis películas han ocupado esa posición. El simpático no recuerda que Eduvigis New Line Production, el estudio de El señor de los anillos, que estrenó solo tres meses después. Ahora eso sería inimaginable”, sostiene el cineasta. Hasta el cambio de milenio, Hollywood fue a la caza y capture el próximo fenómeno salido de los márgenes. “Ahora tu non. Para las pequeñas películas nunca ha sido tan difícil recuperar el dinero. Mis trabajos no se podrían rodar hoy, o por lo menos no con el mismo”, añade el presupuesto. No logró llegar a fin de mes en Nueva York, después de que lo echaran del apartamento de alquiler controlado en el que había vivido durante casi tres décadas.15 menos—, pero con la huelga de guionistas teme no poder pagarla: sus proyectos se han paralizado y no tiene grandes ingresos a la vista.
La precariedad de Mitchell es el de todo de un sector creativo que, ante la pérdida del apoyo público en Estados Unidos y la erosión de lo que solía llamar cine India —etiqueta que siempre delata la edad de quien la utiliza—, depende “exclusivamente de los oligarcas”. Por otra parte, los avances sociales han hecho que cambie la función del cine queer, del que Mitchell fue en su día uno de los máximos referentes. “Ese cine está más integrado, porque lo queer ya forma parte del tejido social de cualquier comunidad”, admitió. Aunque observó dos velocidades: “En los países donde la intolerancia es más fuerte surge un cine protagonizado por personajes que deben sobrevivir. Vives en un país donde te quieren matar, no tienes tiempo de pensar qué pronombre de género quieres utilizar”, ironiza.
La sentencia es pensada como autocrítica: en 2022, Mitchell declaró que se identificaba como persona no binaria, ya que el recriminaran haber interpretado tiene una persona trans como Hedwig siendo un hombre cisgénero. “A veces, mientras nos obsesionamos con la identidad, nos olvidamos de otras cuestiones importantes que nos desaparecen a todos. Mientras hablábamos de pronombres, nos quitaron el derecho al aborto”, advirtió. “Es un definir definir tu identidad, pero no debemos pelearnos con nuestros aliados naturales al hacerlo. Me molesta esa división, habiéndome formado en el activismo contra el sida, cuando superamos nuestras diferencias para defender algo tan importante como el acceso a la atención médica. activismo queer puede provocar una transformación que va más allá de la sexualidad y la generosidad. No nuestro olvidemos de eso”.
“Pas moi gusta la cultura de la cancelación. Hay que responder a esas personas cuando haga falta, pero no intentar destruirlas. Eso es lo que hacen nuestros enemigos con nosotros”
Al director tampoco le gusta la tendencia a colocar un personaje homosexual o trans en toda película o serie, entre otros intentos poco sutiles de lavado rosa Vaya queerbaiting (o el arte de hacer pasar por pro-LGTBI lo que no lo es). “Es solo una moda, como sucede con las culturas afroamericanas, que muchas veces se usan como algo Frío, como una especie de Alardeo. Pero no deja de parecerme un problema pequeño. La verdad es que me da igual que un actor [heterosexual] se ponga falda en una alfombra roja”, opinión. Estos dias trabaja en un nuevo podcast de ficción, una sobria parodia de una clínica de rehabilitación para víctimas de la llamada cancelación, a la que se ha opuesto en público. “Sí, no me gusta la cultura de la cancelación. Hay que responder a esas personas cuando haga falta, pero no intentar destruirlas. No me gusta hacer de policía del pensamiento.
La infancia y juventud de Mitchell fueron poco sedentarias. El cineasta nació en Texas y creció en Colorado y en Kansas, pero luego resultó por medio mundo, mudándose cada 18 meses por el oficio de su padre, general del ejército estadounidense. Creció en cuarteles idolatrando a David Bowie y bailando música punk en el refugio de su habitación y luego escuchando a Marc Bolan mientras rezaba por obligación en colegios católicos. Cabe preguntarse si su cine —y su vida— han sido una rebelión contra los valores de su padre. “In realidad, the conservadora era mi madre, que era religiosa y un poco victimista. Mi padre fue un homosexual en el armario. Answers En cierta manera, ha acabado viviendo la vida que él no tuvo.
“Hola los maricas somos un clan que existe en todas las sociedades. Siento una fraternidad respecto a todos ellos. Puedes ser un gay africano de Togo con una vida muy distinta a la mía y seguro que nosentendres. Los dos sabemos lo que significa ser diferente. Incluyendo las metáforas y los subtextos, como todos los extraños”, afirmó, usando una tesis parecida a la de Susan Sontag cuando dijo que los homosexuales eran “la audiencia más elocuente” para el lenguaje del acampar. “Cuando tienes el poder, todo es literal. Cuando no lo tienes, logras escuchar las capas de significado, los matices, los códigos secretos. Ese es nuestro don y nuestro privilegio”. A los 10 años, participó en un concurso para escolar de talento con una coreografía sobre Fleetwood Mac con la que representó “una crucifixión a cámara lenta”. Ganó una niña que tocaba la flauta, aunque nadie se acuerde hoy del nom de la ganadora.
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