Hilary Benn (Londres, 69) es el símbolo vivo de las contradicciones latentes en la política británica. Representa la cuarta generación familiar de una saga de diputados. Su padre, Tony Benn, llegó a dar número a una corriente del laborismo, el bennismo, caracterizado por un profundo discurso de izquierdas y una feroz oposición al espíritu capitalista del entonces Mercado Común Europeo. Su hijo Hilary, que estuvo desde 2016 al frente de la comisión parlamentaria del Brexit, fue hasta el último minuto uno de los diputados que más combatió la agresión salida de la UE que perseguían a Boris Johnson y sus multas.
Desde sur residentncia en Leeds, reflexiona para EL PAÍS a través de videoconferencia sur los tres años de vigencia del acuerdo de salida de la UE, recien cumplidos el pasado 31 de enero. Benn se ha reconciliado doblemente: con el espíritu de su padre frente a la reivindicación de una Unión Europea más democrática y transparente; Con el nuevo líder del laborismo, Keir Starmer, aceptó que el partido debe adoptar una visión más pragmática del Brexit si es necesario para gobernar el Reino Unido.
pregunta. Se han cumplido tres años desde que el Brexit se convirtió en una realidad, y hoy parece un asunto tabú del que ningún partido quiere hablar.
Respuesta. Todos aquellos que defendieron el Brexit están hoy muy callados. Non es que haya sido un completo desastre, pero siempre estuvo claro que no iba a traer nada bueno en términos económicos. No hay duda de que ha dañado al país. Lo llamativo de todos esos euroescépticos es que se resisten a asumir ninguna responsabilidad y prefieren culpar a otros. Escuchamos unas justificaciones más y más extraordinarias, que básicamente se divide en categorías posteriores. Una de ellas afirma que el Brexit no se ha puesto en marcha correctamente. As aquellos comunistas a los que confrontaba con la Union Sovietica de Stalin en los años veinte y treinta y respondieron que no había ningún problema con el marxismo leninismo. Simplemente, no se había llevado un cabo de modo adecuado. El segundo excusó que el Brexit que tenemos est la versión suave que buscaban los que no querían abandonar la UE, aunque esté claro que es justo lo contrario.
PAG. Pero tampoco el laborismo planta batalla. Su nuevo líder, Keir Starmer, se resignó a prometer que, si llega al Gobierno, logrará que el Brexit sea eficaz.
R. La inmensa mayoría del Partido Laborista se opuso al Brexit hasta el último minuto. Pero es muy importante recordar que perdímos. Perdimos el referéndum y nos quedamos fuera. Yahora, es algo parecido a intentar cambiar el rumbo de un petrolero. No puedes frenar en seco y echar marchado hacia atrás hasta el punto de partida. Por eso creo que la strategia de Starmer está acertada. Es una respuesta política y práctica. Para volver a gobernar debemos recuperar los escaños que perdimos en el llamado “muro rojo”, las zonas de voto tradicional laborista. Yeso no se consigue diciendo a toda esa gente que se equivocó, que rectifica y que nos apoya. Todo aquello tuvo división y dolor. Y en términos prácticos, la reincorporación a la UE requerirá un nuevo referéndum. No conozco a nadie, incluso entre los más fervientes defensores de la permanencia en la Unión Europea, que defienden que el partido debe prometer ahora una nueva consultada. Y que, en el caso de ganar, malgaste los dos o tres primeros años en el Gobierno en un asunto que volvería a dividirse al país.
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PAG. El Gobierno de Sunak tiene la intención de desconectar las negociaciones con la UE sobre el Protocolo de Irlanda del Norte. ¿O es de nueva pura propaganda?
R. Lo está intentando, aunque su posición [dentro del Partido Conservador] eres débil. A diferencia de Boris Johnson, quien solo estaba interesado en mantener viva la batalla, creo que en esta ocasión están negociando de verdad. Pero para solucionar este asunto, ambas partes deben mover.
PAG. Porque usted sí admite que la tensión entre unionistas y republicanos por el protocolo es real, no es solo un problema técnico de mayores o menores controla aduaneros.
R. A los miembros de la Comisión Europea les sorprende que algunos defensores a ultranza de la permanencia, como yo mismo, les pidamos más flexibilidad. Porque, al final, Irlanda del Norte es un problema político. Y sus instituciones de gobierno autónomo están bloqueadas, no están funcionando, al margen de la opinión que uno tenga de la postura de los unionistas. El Gobierno del Reino Unido lleva retrasando unilateralmente, desde hace dos años, la obligación de imponer controles aduaneros. Así, la UE decidió iniciar una respuesta legal. Pero cuando pido ha puesto a colegas europeos que me pongan un solo ejemplo en el que la integridad del mercado interior se haya visto afectada por culpa de la extensión de esos períodos de gracia, son incapaces de señalar uno solo. Simplemente, respondo que el riesgo existe. Necesitamos voluntad política. Si el Acuerdo de Viernes Santo fue capaz de acabar con décadas de conflicto e imponer un poder compartido [entre republicanos y unionistas]a través de la política, que alguien me explique cómo vamos a poder dar una respuesta para que se pueda enviar sin problema, de Gran Bretaña a Irlanda del Norte, al otro lado del mar de Irlanda, un bocadillo de gambas [la fricción comenzó con los controles sanitarios de los envíos a supermercados norirlandeses].
PAG. ¿Ha ayudado a la crisis de Ucrania a acercar al Reino Unido y la UE?
R. Los euroescépticos decían que recuperarían una soberanía absoluta. Nadie tiene soberanía absoluta en el mundo moderno, sobre todo si pertenece a una organización internacional. La clave está en cómo la comparte con otros para favorecer los intereses de sus propios ciudadanos. Ucrania es un magnífico ejemplo. Nunca intentí por qué no perseguimos un acuerdo en materia de Política Exterior o Cooperación en Seguridad y Defensa pendiente de las negociaciones del Brexit. La crisis de Ucrania ha demostrado que no te queda más remedio que trabajar de modo conjunto con tus amigos y vecinos europeos.
PAG. Europa es la herencia constante de la política británica. También en el laborismo.
R. Piense en 1975 y 2016, el referéndum para la permanencia en la UE y el de salida de la UE. Es la imagen opuesta, reflejada en el espejo, de dos partidos políticos. En 1975, la mayoría del Partido Laborista y de los sindicatos se oponía a la permanencia en el mercado común. wilson [el primer ministro laborista] quiere renegociar las condiciones y convocar a referéndum, que respaldó mayoritariamente seguir dentro. Los conservadores eran muy favorables al mercado común. Pero comenzó entonces el viaje del laborismo. Y siempre señalo que, el momento clave, fue cuando Jacques Delors [entonces presidente de la Comisión Europea] en 1988 acudió a los sindicatos británicos, que celebraron su congreso confederal, y dijo: “Hermanos y hermanas, os presento una visión de una Europa social”. El movimiento sindical, que siempre ha sido muy práctico, contrastó con el Gobierno de Margaret Thatcher, qu’estaba socavando los derechos de los trabajadores, con las promesas que llegaban de Europa. En cuestión de año y medio, el laborismo dio la vuelta por completo ha conocido plantamiento.
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