Jugar yo-yo con sus precios es una segunda naturaleza en Tesla que, en el pasado, ha reajustado regularmente y sin previo aviso los precios de su catálogo. Si bien durante casi dos años el movimiento operaba sistemáticamente al alza, es una desescalada repentina la que anuncia el fabricante estadounidense, el viernes 13 de enero.

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El Model 3, cuyo nivel de entrada había subido de 43.800 euros a mediados de 2021 a 53.490 euros a finales de 2022 -casi 10.000 euros de inflación-, ahora está disponible desde 44.990 euros. En cuanto al SUV Model Y, pierde 3.000 euros y se muestra desde 46.990 euros. Este gesto comercial se debe, explica el constructor de Austin (Texas), a una «estabilización de la inflación de ciertos costos» (materias primas, logística) y la consecución de aumentos de productividad en sus fábricas.

Ha llegado el momento, dice, de » transferir « esta buena noticia para el cliente. En Francia, el menos caro de los modelos de Tesla podrá así beneficiarse del bono ecológico, otorgado por debajo de un precio de compra de 47.000 euros y cuyo importe se redujo, en 2023, de 6.000 a 5.000 euros.

Zona de perturbación

El contexto específico de la marca estadounidense sugiere otras explicaciones para esta oleada de liberalidad. A pesar de los muy positivos resultados del año 2022, en el que sus ventas aumentaron un 40 % hasta los 1,31 millones de coches, el número uno mundial de coches eléctricos atraviesa una zona de disrupción. Y no solo por las recurrentes polémicas en torno a su mecenas, Elon Musk.

Además de que Tesla aseguraba ser capaz de alcanzar un crecimiento del 50%, la aparición de ciertas señales, como la concesión de bonificaciones en China, pero también la persistente brecha entre una producción sostenida y unas ventas menos dinámicas, suscitó algunas dudas. sobre el desempeño de la marca.

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Tesla, hegemónica durante mucho tiempo en el mercado de los coches eléctricos, también debe adaptarse a la renovada agresividad de los fabricantes tradicionales, desde Ford a Renault pasando por Volkswagen, ampliando sus gamas con nuevos modelos más eficientes. Sin perder de vista a las marcas chinas, en particular a BYD, que están avanzando con mucha fuerza en su mercado nacional y tienen la ambición de desafiar a Tesla en Europa y luego en Estados Unidos.

Estos vientos en contra abogan por una cura -quizás temporal- de los precios bajos, también susceptible de apaciguar las polémicas nacidas en torno a la marca (entre los compradores, la proporción de simpatizantes demócratas ha caído considerablemente en los últimos meses, según un estudio). Y, sobre todo, iniciar la subida en bolsa, reducida a la mitad en 2022.