¿De dónde viene OpenAI? ¿Quién está detrás de esta empresa de inteligencia artificial (IA) que se ha hecho famosa por su software ChatGPT, que puede escribir textos en respuesta a una solicitud, y por DALL-E, que puede crear una imagen a partir de una descripción? En las últimas semanas, los internautas se apresuran a que les hagan deberes escolares, bocetos, cuadros imaginarios, bocetos de decoración…
El gigante Microsoft estaría dispuesto a invertir 10.000 millones de dólares (9.200 millones de euros) en OpenAI, valorado ya en 29.000 millones. “Hace veinte años que no vemos una estructura con jóvenes ingenieros desarrollar una tecnología que resulte revolucionaria. La última vez probablemente fue Sergey Brin y Larry Page, de Google”admira a Alexei Grinbaum, médico, filósofo y miembro del comité nacional de ética digital y presidente del comité operativo de ética digital de la Comisión de Energía Atómica.
La génesis de OpenAI se remonta a una cena en junio de 2015, en el Rosewood, un hotel popular entre la élite de Silicon Valley, a tiro de piedra de los principales fondos de capital riesgo de esta cuna de la “tecnología” californiana. Esa noche, la mesa recibe a Elon Musk, el jefe de Tesla y SpaceX. Desde hace varios meses, se ha preocupado públicamente por el auge de la inteligencia artificial, juzgado, en uno de sus tuits, “potencialmente más peligrosa que las bombas nucleares”.
Con su exsocio de Paypal, Peter Thiel, invirtió en DeepMind, una pepita del sector, desde entonces comprada por el gigante digital Google. Entre el puñado de investigadores de “IA” invitados a la cena se encuentra una joven estrella de Google, Ilya Sutskever, quien ganó el desafío de reconocimiento de imágenes de ImageNet, gracias a un software que imita las neuronas del cerebro.
La iniciativa de la entrevista fue premiada por el treintañero Sam Altman. Jefe de la poderosa incubadora de empresas emergentes Y Combinator, también es amigo de MM. Musk y Thiel, con los que comparte el gusto por las discusiones futuristas, sobre la extensión de la vida, la renta universal, la supervivencia o… la IA. Greg Brockman, acaba de dimitir de su joven rodaje Stripe. “El pago en línea no parecía un problema en el que quisiera trabajar por el resto de mi vida. Inteligencia artificial, si », dice el ex alumno de Harvard, ahora presidente de OpenAI.
Inclinación mesiánica y tecnófila
Estos futuros cofundadores tienen una cosa en común: forman parte del pequeño círculo de personas que, como los creadores de DeepMind o el cosmólogo Stephen Hawking, creen en el surgimiento de un “inteligencia artificial general”. “El estado de ánimo en la cena fue una mezcla de esperanza de que podríamos crear máquinas que pudieran resolver los problemas con los que luchan los humanos (limitar el cambio climático, incluso curar todas las enfermedades o brindar educación universal) y conciencia de riesgo, dice el Sr. Brockman, sobre esta reunión narrada en el libro genios creadores (Duton, 2021), por el periodista Cade Metz.
Te queda el 74,01% de este artículo por leer. Lo siguiente es solo para suscriptores.