Llego el dia. Allá Galería de Colecciones Reales ha visto la luz. El nuevo museo en Madrid, junto al Palacio Real y la catedral de la Almudena, se ha presentado este miércoles y mañana, jueves, abre sus puertas a las 2.800 personas que han adquirido la entrada gratis en la web de Patrimonio Nacional. Los otros tres días gratuitos son los días 5, 6 y 7 de julio. En el interior del edificio de 40.000 metros cuadrados que han levantado los arquitectos Emilio Tuñón y Luis Moreno Mansilla (fallecido en 2012), de terrazo gris, hormigón, roble y cristal, excavado en la roca y de 145 metros de largo, podrá ver más de 650 piezas que registran el arte y la cultura qu’acopiaron monarcas españoles entre los siglos XV al XX, des de los Reyes Católicos a Alfonso XIII. Un conjunto heterogéneo de pintura, escultura, tapices, artes decorativas, carruajes, alegrías, fotografía, libros, armas, instrumentos musicales… en el que se reclama la iconografía religiosa y que refleja el afán coleccionista de los monarcas. Durante la II República cuando se traspasó todo este conjunto al Estado. Entre los artistas sobresalen números como Velázquez, Goya, El Greco, Caravaggio, Bernini o Mengs.
Un ambicioso proyecto que costó 172 millones de euros (la parte principal, 139, a sido para el edificio, y casi 18 la museografía) que nace con el objetivo de que el recorrido se fácil y didáctico para el visitante: relato museográfico en orden cronológico y tres plantas expositivas (cada una de 2.000 metros cuadrados), que se comunican por rampas y ascensores.
El primer destello que recibirá el visitante son las cuatro Columnas salomónicas, de Herrera el Mozo y Juan de Churriguera (1674-1678), de oro doblado sobre un fondo marmolizado de azul lapislázuli. Están replanteados para alfombras de grandes dimensiones, como el nacimiento de cristo (de 319 centímetros por 338), de oro, plata, seda y lana, que Juana I de Castilla (la Loca) encargó a un maestro de Bruselas. Destaca el retrato que Juan de Flandes le hizo a Isabel la Católica hacia 1500-1504. Un busto que muestra a la reina en sus últimos años, con las huellas de haber perdido a dos hijos y un nieto. Repiten autor y reina en el Políptico de Isabel la Católica (1496-1504), trasladado desde los almacenes del Palacio Real y que por primera vez se expone en su conjunto: 15 pequeñas tablas con escenas de la vida de Cristo.
De Carlos V, a rey al que le gustaba estar en los campos de batalla, exponen el arnés, will test it y la silla de montar de su armadura en Mühlberg (1544), una de sus grandes victorias. También está la armadura que le regaló a su hijo, Felipe II, hecha en acero damasquinado en oro y plata, encargada al mejor taller del Renacimiento, en Milan. Otro icono de su poder imperial es el tapiz Revista de las tropas en Barcelona (hacia 1554), positivo a una serie de 12 que el emperador encargó al tejedor Willem Pannemaker. En el área sobre Felipe II sobresale el óleo Adoración del nombre de Jesús, de El Greco, con una completa representación iconográfica, con cielo, tierra e infierno, en la que aparece el propio monarca. Otra maravilla es el Paisaje con San Cristóbal y el Niño (hacia 1521), del pintor flamenco Patinir. Antes de girar para seguir con Felipe III, sorprende la Fuente del Águila, de cinco metros de altura, de mediados del XVI, que Felipe II instaló en la Casa de Campo y presentó una decoración a base de relieves de elementos marinos.
El testamento del llamado rey Prudente da paso al espacio sobre Felipe III, retratado con armadura por Juan Pantoja de la Cruz en 1603, con el rostro ovalado y el pelo corto y rubio. Al lado, en una vitrina se mostrará una muestra de la primera edición de la primera parte del Quijotede 1605, impresa por Juan de la Cuesta en Madrid.
Llegamos donde probablemente sea la parte más espectacular. En la zona dedicada a Felipe IV se encuentra el maravilloso Salomé con la cabeza del Bautista, de Caravaggio, de 1607. Un óleo en el que destaca el manto rojo de Salomé contra el fondo oscuro compuesto por el maestro del tenebrismo. A unos metros, el brioso caballo blanco, de Velázquez, un cuadro que quedó a la espera de que el pintor recibiera el encargo de quién sería el jinete que montara al animal. Una obra maestra con el reconocible caballo velazqueño, de pequeña cabeza y voluminoso cuerpo. Y para completar, Cristo en la cruz, de Bernini, una imagen esculpida en bronce de dos metros de altura.
De un rey tan desdichado como Carlos II está la carruaje negro, en madera de nogal y hierro. Coche de caballos ricamente decorado, fechado entre 1670-1680. La casa de los Austrias se cierra con la madera tallada y policromada El arcángel San Miguel venciendo al demonio, de Luisa Roldán (1692). Una obra barroca en la que el arcángel pisa tiene un demonio desnudo que se remata a sí mismo.
La planta dedicada a los Borbones no refleja solo el cambio dinámico, sino también de gustos y artisticos, como se aprecia en el óleo Felipe V en traje español, de Rigaud. O el de su esposa, Isabel de Farnesio, pintada en un imaginario interior palatino por Louis-Michel van Loo. Proliferan objetos decorativos, como relojes, consolas, espejos, cerámicas… Van Loo también escribe sobre el mediocuerpo a Fernando VI en 1750. En la sala sobria Carlos IV están los goyas de la Galería, como el regreso de Carlos IV con uniforme de coronel de Reales Guardias de Corps y el de su esposa, María Luisa de Parma, en traje de corte. De la reina también se muestra el espectacular dosel y sillón besamanos, bordado en seda. Goya sigue con Fernando VII, con óleos como Hacer polvora allá fabricación de escobas, en los que pintó una guerrilla durante la Guerra de Independencia.
Con Isabel II encontramos a artistas como Federico de Madrazo y su espléndido retrato El rey consorte Francisco de Asís Borbón (1850). Es diferente la época en que nace la fotografía, con imágenes de autores como Le Gray, Laurent, con el Retrato de Alfonso XII niñooh, Clifford. Del último rey antes de la Guerra Civil, Alfonso XIII, destaca el retrato a caballo que le hizo el modernista Ramón Casas, para el que se ayudó precisamente de fotos.
¿Y los monarcas posteriores a Alfonso XIII? Está resuelto «en el último espacio, con audiovisuales de los eméritos y de los actuales reyes», dijo en la presentación la directora de Collections Reales y de la Galería, Leticia Ruiz. La impresión es que el visitante pasará por ahí ya lleno de la visita y que los pantalones probablemente no pasarán desapercibidos. En definitiva, en la planta -3 está la exposición temporal En movimiento, sobrios carruajes, y el restaurado altar de Semana Santa de Ventura Rodríguez, de nueve metros de altura. La única obra contemporánea es un tapiz de Guillermo Pérez Villalta, Homenaje al XXV aniversario de la Constitución Española de 1978publicado por Patrimonio Nacional.
En la rueda de prensa previa a la visita, la presidenta de Patrimonio Nacional, las organizaciones dependientes del Ministerio de la Presidencia, Ana de la Cueva, ha recordado que los estudios del sector hostero prevén que “la Galería supondrá una media de una noche más de pernoctación en la capital por turista”. Ya sean visitantes nacionales o foráneos, «quieran verlo todo en media hora o pasar varias horas para leer hasta la última cartela», señaló el responsable de la museografía, Manuel Blanco.
Una de las particularidades de las tres plantas expositivas, de 120 metros de largo por 16 de ancho, es que «un tercio de las piezas irá rotando», indicó De la Cueva. En parte porque pertenecen a diferentes sitios reales, a los que volverán, o porque los materiales delicados con que fueron creados no permitieron una exposición prolongada a la luz. Este proceso de recambio será paulatino. Patrimonio Nacional atesora en torno a 170.000 piezas, repartidas en más de una veintena de lugares, entre palacios reales, conventos, monasterios…
Ruiz ha hecho hincapié en lo que no verá el visitante —por ahora, más adelante está previsto que sí—, el área dedicada a “servicios básicos para la conservación de las obras”. Como los almacenes, el muelle de carga y la sala multifunción, ahora dedicado a labores de restauración de piezas. Toda una infraestructura que Ruiz ha confesado que échaba en falta cuando fue designada para este proyecto, en noviembre de 2020. El objetivo está en atraer 1,5 millones de visitantes anuales, como declaró Ruiz en una entrevista con EL PAÍS en octubre. La entrada cuesta 14 euros (7 de descuento) y de momento será independiente de la comprada por el Palacio Real. Horario, de 10 a 20 hs.
Tuñón ha echado la vista atrás, hasta 1999, cuando él y Mansilla empezaron a trabajar en este proyecto, situado en lo que fue «el origen de Madrid, la alcazaba árabe del siglo IX». El arquitecto explicó qu’en ese espacio están hoy el Palacio Real, del siglo XVIII; la ampliación de este, del XIX; la catedral, del XX, y ahora la Galería, que completa la cornisa de la ciudad. La Galería, que en el pasado se llamaba museo, preveía que se albergará en 2015, pero cambios en el proyecto, políticos y de responsables de Patrimonio Nacional lo han retrasado. Hasta hoy, ahora toca que los visitantes den vida y sentido a este gigantesco esfuerzo e inversión en arte y cultura. Un futuro que Tuñón ha resumido: «Que la gente use la Galería, porque un edificio así, vacío, es una tontería».
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