Aumenta la temperatura y también la humedad. Y el clima se vuelve cada vez más parecido al de zonastropicas. El cambio, que se viene dando en los últimos 60 años, empieza a tener consecuencias sobre la salud. Esto tiene que ver con que el ambiente se vuelve más propicio para la circulación de determinadas infecciones.

Desde el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) confirma la tendencia. “Las estadísticas muestran que las temperaturas están aumentando prácticamente en todo el país. La zona central de Argentina hoy tiene condiciones climáticas que ante eran típicas del norte”, señala Cindy Fernández, comunicadora meteorológica del SMN.

En este sentido, advierte que no solo está más caluroso: «Lo que ocurre es que en gran parte de la región pampeana y del litoral también hay mayores niveles de humedad”.

«Tuvimos una excepción que fue producto del fenómeno de La Niña y apareció sequía pero, si miramos la tendencia de los últimos 60 años, nos encontramos con más lluvias», agrega.




En marzo se vivió una ola de calor récord en Buenos Aires y gran parte del centro y norte del país. Foto Rolando Andrade Stracuzzi

Dice lo que es combo lleva a que herpes zoster en la que vive el vector denguepor ejemplo, se haya extendido.

En números, detalle, desde 1961 hasta hoy, en el norte de Buenos Aires y gran parte del litoral las precipitaciones durante el verano aumentaron entre 20 y 100 milímetros. Mientras tanto, en la práctica, la temperatura media de verano en la misma zona se incrementa entre medio grado y un grado y medio.

«Si bien no se debería hablar de clima tropical, porque no nos encontramos entre los trópicos, lo cierto es que por lo cálido y húmedo estamos con condiciones similares a las de esas zonas», comentó el referente del SMN a Clarínquien destaca que «muchos estudios relacionan la meteorología con algas encerradas y que todos los virus y bacterias dependen un poco de las temperaturas».

Dicho esto, queda preguntarse por el impacto. Sobrio lo formó en el que se manifiesta hoy y lo que podría pasar a futuro.

Aedes aegypti.  El mosquito transmisor del dengue.


Aedes aegypti. El mosquito transmisor del dengue.

Al respecto, dice Tomás Orduna, exjefe del Servicio de Medicina Tropical y Medicina del Viajero del Hospital Muñiz.

Comentar que ciertos climas vinculados al clima y del ecosistema pueden favorecer una mejor adaptación de los insectos transmisores de enfermedades.

«El dengue es un ejemplo fuerte de esto», sostiene y afirma que da «una expansión geográfica» relacionada con las condiciones climatológicas. Eso explicado, sigue Orduna, que tengamos casos de dengue autóctono en córdoba. Aunque afirmó que «no es lineal» y que existen variantes asociadas a fenómenos como La Niña y El Niño.

Entre los vectores a tener en cuenta, Orduna destaca que si están libres de transmisión de malaria hay que ampliar la vigilancia de mosquitos anofeles Teniendo en cuenta los cambios hacia un clima más tropical.

La vinchuca es el insecto transmisor del chagas y está presente principalmente en el norte del país.


La vinchuca es el insecto transmisor del chagas y está presente principalmente en el norte del país.

Como respondió, señalando que el vinchucatransmisor de chagas, tiene menos posibilidades de supervivencia frente al exceso de calor. “Esto demuestra que el aumento de temperatura también puede dejar afuera a algunos vectores”, aporta.

El culex, mosquito que infectó la fibra del Nilo Occidental y la encefalitis de San Luis, presentaron casos aislados en el centro y norte del país. “También deberíamos aumentar su vigilancia”, afirma Orduna y cuenta que “hay que prestar atención a los vectores que están en el norte del país y considerar la posibilidad de que lleguen al centro”.

Por último, hace mención a las garrapata y sostiene que «no está claro que su presencia o propagación esté vinculada con el cambio climático».

«Hoy somos más conscientes de las enfermedades transmitidas por garrapatas y el hombre, por el crecimiento de las ciudades, la deforestación y el cambio en el uso de la tierra, se está acercando más a ellas», especifica Orduna.

Y explica que pueden transmitir bacterias como las rickettsias. “Caso feliz en el norte del país, allí se manifiestan con fiebre hemorrágica potencialmente mortal. En el centro de Argentina hay un desarrollo inocuo de estas bacterias con lesiones cutáneas”, agrega.

Un clima tropical más templado contribuye a la propagación de nuevas infecciones.


Un clima tropical más templado contribuye a la propagación de nuevas infecciones.

Alejandro Krolewiecki, investigador del Conicet y médico especialista en infecciones tropicales del Instituto de Investigaciones en Enfermedades Tropicales de la Universidad Nacional de Salta, dijo que «no todas las enfermedades tropicales son transmitidas por vectores».

«Los cambios en las condiciones climáticas también pueden impactar en el agua y el suelo, aunque no alcanza con esto para el desarrollo de una infección”, advierte. Y explica que deberian resumir ciertas condiciones de vulnerabilidad para, por ejemplo, la propagación de parasitosis intestinal.

«Se trata de parasites que se encuentran en los intestinos de las personas y se eliminan por materia fecal. Suelen aparecer en lugares donde no heno cloacal redes o sitios en los que sin acceso al heno al agua para lavarse las manos”, comenta.

Sus muchas especies y cada una tiene sus caracteristicas: pueden ocasionar anemia, cansancio, malestar intestinal y diarrea. En niños existe la posibilidad de causar trastornos de crecimiento.

En relación a los vectores, destaca los flebótomosque sus mosquitos transmisoras de leishmaniosisotro parásito que no puede afecta piel y mocosas o incluso tener una manifestación visceral que puede resultar fatal.

¿Qué se puede hacer?

Para Krolewiecki, la clave está en anticipar invirtieron en la investigación para comprender y controlar cualquier tipo de brote.

A su vez, hay que trabajar sobre la vigilancia epidemiológica para una detección temprana. “Es importante conocer las particularidades de cada caso, saber si hay que aislar a las personas infectadas o tratarlas de un modo específico”, aclaró.

Dice que parte de la investigación también apunta al desarrollo de vacunas (ya hay trabajos en desarrollo para la malaria y el dengue) y de nuevos medicamentos.

Eduardo López, infectólogo del Hospital Gutiérrez, coincide en que lo fundamental es trabajar en la prevención y que las instituciones médicas estén preparadas para detectar un momento de estas infecciones.

“Hace unos años no había casos de dengue o chikungunya en la Ciudad, por ejemplo. Estos cambios, vinculados a cuestiones climáticas, entre otras, generan cierta tensión en el sistema de salud y obligan a sumar herramientas para el diagnóstico precoz”, asegura López.

mg

Mira también