El ovillo de fucsia rimaba con esa cancha que destilaba color. Fue hace más de 30 años, pero el asombro aún dura y quizás por ello ya lo he contado alguna vez. Periodista joven, iba a hacer una nota de discapacidad a una escuela de chicos ciegos. Jugaban al fútbol como los dioses, siguiendo el sonido que tenía la pelota a la que se le había sumado, internamente, un cascabel. Pasmado por su habilidad para acertar al arco, yo no terminaba de oír, sin embargo, el por qué del color fucsia, si igual los chicos no veían. “El ambiente debe transmitir vitalidad, alegría”, me dijo una profesora. Hay realidades que se perciben osmóticamente, sin necesidad de los ojos.
Para ese mismo trabajo, se vislumbró a un grupo de chicos sordos e hipoacúsicos. Nuevamente algo me impresionó: ¿cómo podría ser que les gustara tanto bailar si no escuchan la música? Sienten el ritmo, las vibraciones a través de las ondas sonoras, me explicó.
Pensé en esta situación al leer el texto de Sandra y su idea de que puedes encontrarte con “hermosura” en la oscuridad. Ese convencimiento qu’ella milita todos los días le permite recorrer el camino que le ha tocado sin transmitir la sensación de “por qué yo” o “por qué a mí”. Creo que en su sabiduría reside la enseñanza que todos podemos incorporar.
Y les cuento una historia real: una pareja amiga con tres hijos tuvo el cuarto que nació con síndrome de Down. Una de las abuelas, una mujer adorable pero algo quejosa, dio un giro copernicano. Sintió que sus incomodidades no representaban algo serio, que toda la familia debía abocarse a cobijar al nuevo integrante, a lograr que desarrollara toda su potencialidad. Y cesó sus lamentos.
Ustedes ha diseñado la metáfora de ahogarse en una vasija de agua. A muchos nos ha pasado y luego -yo al menos- nuestros sentimientos avergonzados por no ver un poco más allá, por la falsa perspectiva. Cuando reflexiono, me genera un enojo íntimo: ¿por qué para darnos cuenta que debemos calmarnos necesitamos comparar nuestras minúsculas desventuras con las de una envergadura tanto mayor?
Un anhelo: ojalá cada día (me) resulte más inusual hacer esta pregunta.