La Real hace jirones al Villarreal en diez minutos | Fútbol | Deportes
Merino cabecea a gol ante el Villarreal.ANDREU ESTEBAN (EFE)

En diez minutos letales fulminó la Real Sociedad al Villarreal, lo liquidó. En esos instantes finales de la primera parte, el equipo de Marcelino entró impoluto y salió hecho jirones, como los personajes infortunados de los comics de Ibáñez cuando les estalla una bomba de las que no matan a nadie, como los goles, tres torpedos que dejaron sin voz al estadio de la Cerámica, salvo a la esquina tintada de blanco y azul, felices los seguidores realistas por ese estallido inesperado, que fue para ellos como el doble cohete que celebra los goles en Anoeta.

0

Jorgensen, Alfonso Pedraza, Juan Foyth, Jorge Cuenca, Albiol, Álex Baena, Adrià Altimira (Ilias Chakkour, min. 45), Capoue, Parejo (Ramón Terrats, min. 91), Gerard Moreno (Ben Brereton, min. 91) y Morales (Sörloth, min. 73)

3

Remiro, Hamari Traore, Zubeldia (Jon Pacheco , min. 59), Tierney, Elustondo, Merino, Brais (Beñat Turrientes, min. 29), Arsen Zakharyan, Martín Zubimendi, Sadiq (Carlos Fernández, min. 77) y Take Kubo

Goles 0-1 min. 37: Merino. 0-2 min. 40: Martín Zubimendi. 0-3 min. 49: Take Kubo.

Árbitro Mario Melero López

Tarjetas amarillas Capoue (min. 22), Alfonso Pedraza (min. 49) y Martín Zubimendi (min. 59)

El día en el que los donostiarras conmemoraban el 25 aniversario del asesinato de su seguidor Aitor Zabaleta, que recordaron saltando al campo con camisetas con ese número y ese nombre a la espalda, les acabó saliendo redondo tras conseguir su tercera victoria a domicilio. Hasta esos diez minutos desastrosos del Villarreal, el equipo de Imanol había sido ligeramente superior a su rival, pero el partido pintaba igualado, pese a la clarísima oportunidad que falló Mikel Merino nada más comenzar, en un remate de cabeza desde muy cerca que desvió Jorgensen, después de un centro de Brais, que poco después se tuvo que retirar lesionado, con un fuerte golpe en el brazo derecho por una patada de Capoue, que le pilló con la mano apoyada en la hierba.

Replicó el Villarreal en una llegada de Morales, que no pudo armar la pierna para el remate, y que se encontró muy incómodo durante todo el partido, sometido a la severa vigilancia de los centrales donostiarras.

Pero la Real halló la manera de hacer daño en las acciones a balón parado. Fueron dos saques de esquina consecutivos los que abrieron la brecha en la portería del Villarreal. El primero, lanzado por Kubo y rematado por Merino, adelantándose a toda la línea defensiva amarilla; el segundo, atónitos todavía los amarillos, en jugada ensayada, muñecas cruzadas de Kubo, con el balón que le llegó a Zakharyan, al borde del área. Su remate lo desvió Zubimendi con la zurda para doblar la diferencia en el marcador. Solo habían pasado tres minutos desde el primer mazazo. El tercero llegó poco después, pero en la otra portería, cuando Remiro desvió primero el remate de Parejo que buscaba el gol, y después el de Gerard Moreno, a bocajarro, que se encontró el rechazo. Un gol podría haber despertado de su pesadilla al Villarreal, pero no tenían el día los hombres de Marcelino, que refrendaron esa impresión cuando Albiol perdió un balón en la salida desde el área, lo recogió Sadiq, que pasaba por allí, se lo dio a Merino, que, a lo Guti, como apuntó después Take Kubo, le puso la pelota al japonés para poner las cifras definitivas en el marcador y dejar grogui al Villarreal.

Con 0-3 y Marcelino patidifuso en el banquillo, terminó la primera parte y también el partido, porque, aunque apretó el Villarreal para tratar de estrechar la diferencia, se encontró con Remiro en estado de gracia y sus delanteros con muy poca puntería. Traoré salvó la primera oportunidad local de la segunda parte que tuvo Akhomach, que se relamía frente al portero donostiarra; luego Baena y Gerard tuvieron una doble ocasión y después otra vez Gerard intentó el imposible, picando por encima de Remiro, aunque el disparo se marchó alto.

La Real dejó hacer más a su rival con un marcador tan amplio, pero también pudo redondear un marcador casi perfecto con una carrera de Sadiq que se plantó ante Jorgensen. Tuvo demasiado tiempo para pensar, intentó un par de bicicletas y al final el portero, frío como un iceberg, se la quitó de entre las piernas. Pero a los hombres de Imanol, que al acabar el partido le dedicó la victoria a Aitor Zabaleta, lo mismo les daba ya. Su trabajo estaba hecho. Muy bien hecho.

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