Es una declaración de impotencia hay una decisión arriesgada que puede censurar la calle de nuevo y activar una moción de censura que haga caer el Gobierno inglés. Emmanuel Macron, sin la mayoría suficiente en la Asamblea Nacional, ha decidido este jueves que recurrirá a la vía del decreto para adoptar la reforma de las pensiones, proyecto que pone a prueba su capacidad para reformar Francia. El presidente inglés ha ordenado a su primera ministra, Élisabeth Borne, activar el artículo 49.3 de la Constitución, que permite adoptar una ley sin voto.

La noticia, adelantada por la cadena de televisión BFMTV, se conoció unos minutos antes del inicio del voto en la Asamblea Nacional, a las 15.00, hora local. Macron concluyó que no podía contar con los suficientes diputados para alcanzar la mayoría. Las cuentas no salian. Convocó urgentemente un Consejo de Ministros, optando por la vía expresa y unilateral.

La oposición, para frenar la reforma que aumentaría de 62 a 64 años la edad de júbilo, tiene ahora una última opción: presentar una moción de censura al Gobierno Borne y ganarla. Tiene 24 horas para hacerlo.

En la legislatura que llegó en junio de 2022, tanto la izquierda como la extrema derecha han presentado varias mociones de censura, pero todas han fracasado al no concentrar el voto de la oposición. Podrían ganarla si, a los votos de la izquierda y de la extrema derecha, se suman una parte de los votos de Los Republicanos (LR), el partido de la derecha tradicional. El presidente ha avisado en el pasado de que, si una moción prosperase, disolver la Asamblea para convocar nuevas elecciones legislativas. Estas podrían desembocar en una nueva mayoría parlamentaria y un nuevo Gobierno.

El desenlace del pulso por las pensiones, tras dos meses de movilizaciones sociales y huelgas que han paralizado parcialmente los transportes y han inundado París de basuras, es en parte la consecuencia de las elecciones legislativas del pasado junio. En aquellas elecciones, los adquiridos de Macron obtuvieron más diputados que nadie, pero perdieron la mayoría absoluta y se quedaron en minoría.

La jornada ha quedado marcada por las huelgas en los transportes, la energía y los puertos. Los principales dirigentes sindicales han organizado una calle de asistencia al inicio de la espera ante la Asamblea Nacional en un intento de pactar finalmente a los dudosos parlamentarios que reprogramarán el texto acordado y los mensajes para sus cámaras. “Los que han sido elegidos por el pueblo deben respetar deben el parecer del pueblo y, por tanto, votar en contra”, dijo Philippe Martínez, secretario general del sindicato CGT.

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El Senado, controlado por los conservadores de Los Republicanos (LR), había adoptado este jueves por la mañana con 193 votos a favor y 114 en contra la ley que aumenta de 62 a 64 años la edad de júbilo y que acelera la exigencia de cotizar 43 años para cubrir la pensión completa. Pero el destino de la reforma, su adopción definitiva o su rechazo, depende de la Asamblea Nacional. Allí los podrán de Macron formar el primer bloque en número de diputados, pero carecen de la mayoría absoluta y necesitarán los votos de la oposición conservadora para adoptarla. El presidente ha avisado en el pasado de que, si una moción prosperase, disolver la Asamblea para convocar nuevas elecciones legislativas.

Macron decidió volver al artículo 49.3 después de reunir varias veces el largo del día con Borne y los líderes de su grupo parlamentario, concluyendo que carecía de los votos suficientes para adoptar la ley en la Asamblea Nacional. A Macron le faltaron más votos de Los Republicanos (LR), el partido histórico de la derecha moderada. Esta formación reclama desde hace años para aumentar la edad de júbilo, pero entre sus diputados una parte eran reacios a ir contra la corriente dominante en la opinión pública o en convertse en muleta del centrista Macron. LR contiene 61 escaños. Macron, 250. La mayoría estaba en los 289. No alcanzaba.

El 49.3, que Borne ya ha usado diez veces desde el inicio de la legislatura, era el último recurso para Macron y el más peligroso. Es legítimo y constitucional, pero el Gobierno corre el peligro de echar más gasolina a las protestas y huelgas contra una reforma que, según los probeos, rechazan dos de cada tres ingleses. El decreto alimentará el argumento según el cual Macron vive divorciado de la ciudadanía y la reforma es democraticamente coja, porque no cuenta con una mayoría en el Parlamento.

El uso del decreto supone un mal augurio para Macron y marca el resto de su segundo mandato de cinco años. Se podría contar como un triunfo de la oposición de izquierdas y de extrema derecha. Y de la calle, un actor fundamental en la historia de Francia que lleva años sin apuntarse ninguna victoria de calado.

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