El gran Jimmy Johnstone y la batalla de Glasgow entre el Celtic y el Atlético | Fútbol | Deportes

Frente a la fachada principal de Celtic Park, donde este miércoles el Atlético se mide al Celtic (21.00, Movistar LC) tres estatuas de bronce homenajean a la Santísima Trinidad del club que aglutina a los futboleros católicos de Glasgow. A la derecha, el hermano Walfried, el religioso marista irlandés que fundó la entidad en 1887. En el centro, Jock Stein, el entrenador que llevó al Celtic en 1967 a ser el primer club británico en conquistar la Copa Europa con el por entonces revolucionario passing time, un estilo ofensivo y de toque veloz alejado del fútbol primario que se imponía en las Islas. Y a la izquierda, Jimmy Johnstone, el Lord de la banda, apodo que da título a un documental sobre la vida del reconocido como mejor jugador de la historia del club, figura irrepetible y entrañable de aquel equipo que gobernó el fútbol europeo con jugadores nacidos todos en un radio de 15 kilómetros alrededor de Glasgow. La pulga voladora, le bautizó la prensa francesa. El Rey de la jungla, le apodaron los aficionados de la ruidosa tribuna The Jungle, ya desaparecida.

La silueta que perfila la escultura del pelirrojo y pequeño Jinky, medía 1,57 metros, describe su yo futbolístico de regateador empedernido. El torso inclinado hacia adelante y la pelota pegada a su bota derecha. El instante previo a que su cintura se balanceara antes de elegir si su endiablada velocidad rebasaba a los defensores por el perfil derecho o por el izquierdo. Johnstone fue el diablo que desató la cruda batalla de Glasgow que dirimieron Celtic y Atlético en el partido de ida de la semifinal de la Copa de Europa de la temporada 73-74. Casi 50 años después, el Atlético vestirá este miércoles con camiseta roja y pantalón azul, la misma indumentaria que entonces. La portada de este martes del diario escocés Record Sport titulada “Pathetico Madrid”, rememora la tensión vivida con motivo de que el Atlético vuelva a utilizar la indumentaria de hace cinco décadas. “Utilizar esa camiseta me parece de mal gusto, degradante e incendiario”, aseveró Tommy Callagham, centrocampista de aquel Celtic que se midió a los rojiblancos. “Es una iniciativa bonita del club de un partido de hace 50 años”, defendió Koke.

En el Atlético insisten que no había intención de recrear el clima prebélico de entonces. “El ambiente ya estaba inflamado porque unos años antes el Celtic se había medido al Racing de Avellaneda en la final de la Copa Intercontinental y Panadero Díaz le había hecho un marcaje muy duro. La prensa escocesa calentó mucho la previa llamando carnicero a Panadero Díaz y a nuestro entrenador, Toto Lorenzo, que había dirigido al Racing de Avellaneda en aquella final. Johnstone era una artista, era muy bueno el puñetero, tuvo cuerda hasta que dio con Panadero Díaz”, recuerda el portero Miguel Reina. “Panadero le conocía y nos dijo ‘dejármelo que lo voy a acomodar’ para que no me haga tantos regates. Cada vez que lo pasaba y le hacía falta él rodaba dando vueltas y ahí empezaron los problemas. La entrada de la expulsión fue brusca, pero no para hacer daño”, asegura Heredia.

“Nos la lió, tenía el centro de gravedad muy bajo, era una especie de Garrincha, se paraba, arrancaba, daba toques cortos, tac, tac,tac, y salía disparado. Era muy difícil entrarle. Hizo que nos expulsarán a Panadero Díaz, a Ayala y a Quique. Aguantamos el 0-0 con ocho en el campo en los últimos veinte minutos”, recuerda Jabo Irureta. “Nunca me habían dado tantas patadas”, admitió Johnstone en una entrevista con este periódico en 2002. El Atlético hizo 51 faltas, pero la mayor explosión de violencia se dio en el túnel de vestuarios. Los dos equipos se enzarzaron en una pelea brutal y los bobbies se cebaron con los jugadores del Atlético. “Yo entré dando patadas y luego llegaron los porrazos de la policía”, rememora Reina. “Estamos preparados para la vuelta, con una sola condición; que nos dejen jugar al fútbol”, clamó Jock Stein. “¿Ha muerto la Copa de Europa en Glasgow?”, se preguntaba France Football.

“La zona de los vestuarios era de parqué y con los tacos de aluminio aquello parecía una pista de hielo, era difícil mantenerse en pie con los golpes y los palos que nos dieron los bobbies. Fue un partido agridulce por lo brusco que fue, pero mantuvimos el tipo. Yo creo que ellos se equivocaron, porque cuando nos quedamos con ocho empezaron a colgar balones y nosotros teníamos gente que iba bien por arriba como Ovejero y Benegas”, relata Bermejo, que no disputó el partido de ida, pero desde el banquillo apreció quién era Jimmy Johnstone: “Regateaba en un baldosín, nos estaba volviendo locos. En la vuelta le paramos y ganamos 2-0 jugando bien. Nos metimos en la final que perdimos con el Bayern”.

Fallecido en 2006 a los 61 años de edad debido a una enfermedad degenerativa, Johnstone fue un extremo de época. “De niños todos queríamos ser Jimmy Johnstone”, asegura el lisérgico Bobbie Gillespie, cantante de Primal Scream en su biografía Un chico de barrio. Jinky fue un icono del club, pero también de la ciudad, donde también reinó en los pubs. Aunque fue en la banda donde se ganó el título de Lord por su lúdica manera de entender el juego: “Fui un animador y el campo era mi escenario. Cuando sonaba el pitido inicial significaba que era la hora del espectáculo”.

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